Salmos 15.1 Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu santo monte?

Existen respuestas que pueden cambiar nuestra vida.  Un “sí” o un “no” pueden ser determinantes. Explicaciones a situaciones que no entendemos pueden hacer no solo que salgamos de una ignorancia momentánea sino que aprendamos una lección de vida que jamás olvidaremos.

Por obvio que parezca lo que voy a comentarle, existe un requisito previo a que usted obtenga cualquier respuesta: debe formular la pregunta.  Si usted quiere obtener respuestas, debe de tener preguntas.  Las preguntas requieren humildad, implican aceptar nuestra necesidad en algo.  Eso es lo que está haciendo David en el Salmo 15.  Está haciendo una pregunta que revela necesidad.  Su necesidad de “habitar” y “morar” con Dios.

Observe que él va más allá de entrar y mantenerse un momento. Sus preguntas se refieren a estar constantemente en dicha presencia.  Estas preguntas se refieren a la necesidad de vivir diaria y continuamente en la presencia de Dios. Piense durante un momento lo que el lugar donde usted vive representa (o debería de representar). Se trata del lugar donde usted descansa, del lugar donde usted espera encontrar apoyo, el lugar donde usted busca refugio y seguridad. Eso es lo mismo que  David pregunta.

¿Qué hacer para suplir diariamente las necesidades que tiene el corazón? Aún sin conocer la respuesta, la pregunta de David enseña mucho. Fundamentalmente por el hecho de hacia quién fue dirigida esa pregunta. Pues es en Dios que usted encontrará paz a su vida, seguridad en su porvenir, amor genuino y no condicional.  Realmente el lugar perfecto para querer vivir todos los días.