Era de suponer, para aquellos que me conocen, que debía iniciar por mi especial gusto por Spider-Man. Inicialmente aclaro que puedo considerarme un “purista” en el sentido que mi preferencia está sobre el original Spider-Man creado por Stan Lee, es decir, el que oculta bajo la máscara a Peter Benjamin Parker Fitzpatrick, lo digo porque todos sabemos que al día de hoy existen diversas versiones del personaje de acuerdo a los diversos “universos” o “mundos paralelos” que Marvel  ha creado.

 Mi gusto por Spider Man no es complejo: surge de un niño que esperaba con ansias la hora en que por televisión pasaran la serie animada donde combatía el mal en soledad y luego la otra donde hacía compañía con “El Hombre de Hielo” y “Estrella de Fuego”. A eso súmele que desde pequeño me convertí en fanático a al lucha libre en Guatemala y por ese entonces el mejor luchador que estaba era justamente el que tenía al personaje de “El Hombre Araña”.  Un gusto simple, sin mucho por explicar y sin una historia profunda para revelar.

Ahora, la “fijación” en él es otro asunto:  En el 2005 inicié el curso de Libres en Cristo, en el inicio de este movimiento éramos muy pocos, alrededor de 7 y en una conversación electrónica con este reducido grupo de amigos y compañeros de batalla, uno de ellos indicó “Nosotros no somos la liga de la justicia, pero si somos la liga de la pureza” y a raíz de ese comentario creo que afloró el niño admirador de superhéroes que todos llevamos y cada quien empezó a escoger personaje.  Yo aclaré que sabía que Spider-Man no era de DC Comics y la Liga de la Justicia, pero que era mi personaje favorito y me lo iba a apropiar.  Mi estilo de personalidad obstinado (y a ratos terco) logró precisamente que uno de los que más fijación tuviera con el asunto fuera yo.  De allí en adelante, ya muchos se han confabulado para contribuir al asunto: recibo souvenirs, imágenes, detalles de personas que saben mi gusto por el personaje y eso ha ido haciendo justamente que, aunque yo no haga mucho, el asunto siga en progreso.

He allí la historia, he allí la razón.  Sigo siendo un convencido que todos en alguna manera tenemos ese héroe dentro de nosotros y que en medio de cada situación que la vida nos depara logramos verla como esa aventura en la que tenemos la oportunidad de sacar a flote esos super poderes llamados talentos para hacer de este mundo un lugar mejor para vivir.  Esos talentos son nuestros poderes y recuerde: un gran poder, conlleva una gran responsabilidad.

Telaraña de Bendiciones…